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Cómo nació la política para administrar seguridad y salud ante desastres en Estados Unidos
Con la batalla contra el terrorismo en mente, la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional de Estados Unidos (OSHA, por sus siglas en inglés) creó una política para supervisar a las empresas que realizan limpieza y reconstrucción después de desastres naturales. Décadas después, no se está protegiendo a los trabajadores que responden a las catástrofes impulsadas por el cambio climático.
Este artículo fue producido en colaboración con Columbia Journalism Investigations y el Center for Public Integrity. Fue co-publicado en asociación con Futuro Investigates, una división de Futuro Media. Traducido por Roxana Aguirre.
John Henshaw no sabía el legado que crearía, en 2001, cuando ayudó a supervisar la respuesta del gobierno a los ataques terroristas del 11 de septiembre. En ese momento, él era el jefe de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional de Estados Unidos, que monitoreaba las exposiciones de los trabajadores de rescate a toxinas mientras trabajaban entre los escombros del World Trade Center. Hizo un acuerdo con las cuatro empresas encargadas de la limpieza del lugar.
OSHA no penalizaría a las empresas por violaciones a la salud y seguridad en el lugar de trabajo. En cambio, la agencia proporcionaría orientación sobre cómo remediar rápidamente cualquier problema. A cambio, las empresas corregirían las infracciones.
El acuerdo del 11 de septiembre impulsó una política de respuesta de emergencia en OSHA, que rige hasta ahora cómo se monitorean la salud y la seguridad de los trabajadores de restauración que limpian después de desastres, incluyendo huracanes, inundaciones e incendios forestales acelerados por el cambio climático.
Este enfoque, que ha estado vigente durante décadas, tenía como objetivo agilizar soluciones y proteger a los trabajadores, según Henshaw. Creyó que suspender el mandato de OSHA para que se aplicara la ley permitiría a sus inspectores acceder fácilmente a los lugares de trabajo y brindaría transparencia al proceso de supervisión. En lugar de entablar negociaciones prolongadas sobre la aplicación de la norma con las empresas, podría haber soluciones inmediatas para proteger a los trabajadores, según Young Wheeler, director de gestión de emergencias de la agencia.
Después del 11 de septiembre, OSHA tenía 70 supervisores, las 24 horas y siete días de la semana, durante aproximadamente 10 meses, mientras estuvo vigente el periodo que se conoció como “modo de asistencia de cumplimiento”. Los empleados supervisaban el trabajo de las empresas en el terreno y sugerían correcciones que cumplieran con las disposiciones de la agencia sobre equipos de protección o monitoreo de toxinas.
El cumplimiento voluntario se institucionalizó en el plan de gestión de emergencias de OSHA para responder a futuros desastres. Henshaw lo redactó en 2003. Dos años después, el huracán Katrina tocó tierra en Luisiana y la política de OSHA se puso a prueba por primera vez.
Pero las circunstancias después de un desastre impulsado por el cambio climático son distintas a las de un ataque terrorista. Y Henshaw reconoce que, al formular la política, pensó más en calamidades causadas por el hombre que en huracanes, inundaciones e incendios forestales.
Una investigación de Columbia Journalism Investigations y The Center for Public Integrity descubrió que los trabajadores que restauran después de los desastres naturales están expuestos a carcinógenos conocidos y diversas toxinas, mientras eliminan escombros de catástrofes impulsadas por el cambio climático, a menudo sin saberlo y sin protecciones. La política de OSHA deja a los trabajadores vulnerables a peligros ocultos para la salud, mientras las empresas evitan regulaciones sin la posibilidad de sanciones, según encontró CJI y Public Integrity.
Esto no fue una conclusión prevista en 2001. La “Zona Cero” era un área contenida del tamaño de 12 campos de fútbol. En contraste, Katrina dejó un rastro de destrucción en cuatro estados. La oficina regional de OSHA en Luisiana se centró en Baton Rouge y Nueva Orleans, una ciudad donde al menos 134,000 estructuras quedaron destruidas.
Menos de 50 inspectores fueron responsables de monitorear miles de empresas ubicadas en ambas ciudades, según Dean Wingo, entonces subcomandante de incidentes del área. Trabajaron turnos de 12 horas todos los días, una asignación de dos semanas eclipsada por la supervisión permanente en la “Zona Cero”.
La decisión de implementar esta política durante desastres climáticos se ha vuelto común desde entonces. En las últimas dos décadas, OSHA ha implementado esta política laxa después de al menos ocho huracanes, según los registros de la agencia.
Debido a que OSHA no tiene un sistema obligatorio para rastrear el cumplimiento de sus actividades de asistencia, no tiene forma de saber cuándo y durante cuánto tiempo ha llevado a cabo esta política. Tampoco identifica a las empresas que han incurrido en violaciones durante diferentes eventos. Los registros muestran que las intervenciones de OSHA a menudo se reducen a inspectores que proporcionan folletos sobre el adecuado control del moho o sugieren que los trabajadores usen máscaras, cascos o arneses.
Aubrey Miller, quien dirige el programa de respuesta a desastres del Instituto Nacional de Salud, dijo que la respuesta de emergencia de OSHA, al igual que la de sus contrapartes federales, no está diseñada para abordar los desafíos del cambio climático.
“Estos desastres no desaparecerán. Solo empeoran”, dijo, “pero estamos gastando miles de millones en limpieza y solo seguimos nuestra cola cada vez”.
Los funcionarios de OSHA defienden su política actual, enfatizando que el proceso de aplicación regular sería demasiado lento para proteger a los trabajadores en labores de respuesta rápida, como la demolición. Un memorando interno de 2014 destinado a orientar a los administradores regionales sobre la respuesta de emergencia indica que la aplicación de la norma podría poner a la agencia en una situación “desfavorable”.
“Otra posible desventaja de reforzar el cumplimiento de las reglas es la percepción de que OSHA está obstaculizando y retrasando la respuesta/recuperación”, dice el memorando fechado en septiembre de 2014.
OSHA declinó que el Secretario Adjunto Douglas Parker diera una entrevista y, en su lugar, proporcionó una declaración por escrito enfatizando su compromiso de proteger a todos los trabajadores en los sitios de limpieza posterior a desastres. “Continuamos perfeccionando la preparación para emergencias y las estrategias de respuesta para cumplir mejor con esta misión en respuesta a los desastres climáticos cada vez más frecuentes y más intensos”, dijo la agencia.
Los expertos dicen que la defensa de la agencia no reconoce que tanto reforzar la aplicación de la norma, como optar por su cumplimiento voluntario deja a los trabajadores vulnerables al daño, y que los desastres climáticos pueden amplificar peligros en el lugar de trabajo, incluido a la salud de los trabajadores por la exposición a toxinas, algo que OSHA y su brazo de investigación han destacado.
Hoy en día, OSHA no tiene autoridad para ordenar a una empresa que deje de trabajar después de un desastre. Pero este poder es crucial cuando ha pasado una emergencia y OSHA ha reanudado su papel de supervisión, de acuerdo con los críticos. Solo entonces los inspectores pueden proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo y asegurarse de que las empresas tomen en serio sus obligaciones de salud y seguridad.
“Para un desastre natural, la única forma en que creo que puede funcionar es que haya algún grado de aplicación de la norma”, dijo Henshaw. “Podrías detener un trabajo”.
Foto de portada: AP Photo/Ric Feld
Janelle Retka reportó esta historia como becaria de periodismo en Columbia Journalism Investigations, en la unidad de periodismo investigativo de la Escuela de Periodismo de Columbia. Fue producida en colaboración con el Center for Public Integrity.