Negarse a la Desesperación: Apuntes de una Reportera. Mi Travesía Intercontinental para Desenmarañar la Red Desinformación que Atrapa a los Votantes Latinos

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Published on: October 25, 2024

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Soy una millennial. Eso significa que crecí con el internet, en ese maravilloso punto medio en el que fui testigo de primera mano del surgimiento de las redes sociales, pero también  del tiempo anterior a ellas. No soy una experta en la cultura de internet ni en tecnología —para nada—, pero después de usar internet durante más de dos décadas, y estar inmersa en el mundo online, tengo una buena comprensión de cómo funciona todo. Decir que ha cambiado o crecido desde que era niña sería poco.

En el internet de hoy, el contenido parece omnipresente e inagotable. Las noticias se propagan más rápido de lo que se pueden verificar. La desinformación está en todas partes. Como periodista, esta realidad es angustiante. Es un legado destructivo de la presidencia de Donald Trump y sus implacables ataques que tildaban a todos los medios de “Noticias Falsas”.

Ahora, sé que la desinformación no es solo un síntoma de la derecha. Como exproductora del podcast In The Thick, muchas de nuestras conversaciones resaltaban el hecho de  que los medios masivos de comunicación a menudo deshumanizan temas como la migración y la raza, incluso durante el gobierno de Biden. Pero Trump no solo era crítico de los medios tradicionales. Insistía en tratar de convencer a la población de que todos los periodistas éramos mentirosos y que solo él era confiable.

Esta mentalidad fue avivada todavía más por el multimillonario Elon Musk, quien se hizo con el control de Twitter y le cambió de nombre a X, convirtiendo gradualmente la plataforma en un caldo de cultivo para contenido falso con el que se podía lucrar. El impacto hoy en día es difícil de ignorar.

Es exactamente por eso que el equipo de Futuro Investigates, donde he sido la productora principal durante el último año, se propuso analizar cómo se difunde la desinformación en línea y cómo llega a las comunidades latinas. Mis colegas Arturo Ángel, Roxana Aguirre y yo pasamos meses investigando. Revisamos informes y datos sobre desinformación, estudios sobre el uso de internet por parte de los latinos, y pasamos horas y horas viendo a los llamados “influencers” de extrema derecha que difunden mentiras sobre las elecciones de 2024 en español (mi algoritmo aún se está recuperando). El resultado es la más reciente investigación de Futuro: “The Misinformation Web” o lo que podríamos decir en español: “La telaraña de desinformación”.

Mi escenario ideal para esta investigación era encontrar una respuesta clara de por qué se estaba propagando la desinformación. Probaríamos que todos estos creadores de contenido estaban siendo pagados por alguna organización para difundir desinformación en español con el objetivo de influir en los votantes latinos. Ahora, no es que esto no esté ocurriendo, pero internet es mucho más complejo que eso. No todos los que compartían o republicaban contenido falso lo hacían conscientemente. Así que la pista del dinero terminó pareciendo más una maraña. Bueno, una telaraña en la que todos los días las personas quedaban atrapadas en ella.

¿Cómo podíamos siquiera empezar a entender el impacto de la desinformación en los latinos, uno de los grupos de votantes más influyentes de Estados Unidos? Una forma de empezar fue viendo los videos de influencers latinos en línea hablando en español sobre las elecciones.

No tardamos en encontrar un patrón. Cualquier cosa que estuviera siendo promovida por Trump y su círculo de seguidores en inglés, sin falta, terminaba poco después en las páginas de algunos de estos influencers en español. Era como si todas estas conspiraciones se discutieran en un cono de silencio, repitiendo las mismas mentiras una y otra vez: Kamala Harris es marxista, Joe Biden está ocultando lo enfermo que está, el FBI trató de incitar a la violencia durante el allanamiento de la propiedad de Donald Trump.

Excepto que no era un cono de silencio. Estas mentiras estaban llegando a personas reales, en todo el mundo. Y lo más sorprendente fue darnos cuenta de que los jóvenes a quienes estábamos siguiendo también estaban por todo el mundo. Dos de los YouTubers que estábamos observando, Juan Torres y John Acquaviva, viven en Islandia e Inglaterra, respectivamente. Así que, a principios de septiembre, María Hinojosa, la presentadora de Latino USA y co-productora ejecutiva de Futuro Investigates, y yo volamos a Londres para reunirnos en persona con John Acquaviva, al sur de donde vive, y con Juan Torres, desde Islandia, de forma remota.

Nunca imaginé que una investigación sobre desinformación electoral en Estados Unidos nos llevaría a dos creadores de contenido venezolanos al otro lado del Atlántico. De repente, pasamos de preguntarnos cómo este tema estaba impactando a los votantes y si alguien estaba financiándolo, a preguntarnos por qué dos hombres fuera de Estados Unidos estaban dedicando todo su tiempo tratando de influir sobre lo que sucedía en Estados Unidos, todo en línea, en español. ¿Por qué estaban estos tipos tan interesados en las elecciones de Estados Unidos especialmente considerando que, hasta donde sabemos, ninguno ha vivido jamás en el país?

Me preparé con María antes de ambas entrevistas. Pero a medida que ella dirigía la conversación, quedó claro que tanto a John como a Juan les encantaba debatir. Intentaron discutir con Maria sobre los cargos penales de Donald Trump, la migración, la frontera y más.

Cuando salimos del hotel de lujo en el centro de Londres donde John se hospedaba, y donde nos reunimos con él para la entrevista, María me dijo: “¡No esperaba que fueran tan groseros!” refiriéndose a John y a la entrevista anterior que tuvo con Juan. Le dije que no creía que su comportamiento hubiese sido grosero, sino más bien defensivo. Ambos hablan muy rápido, como si tuvieran miedo de ser interrumpidos en cualquier momento. Me hizo reflexionar sobre cómo ven ellos a la prensa y por qué sentían que debían estar a la defensiva desde el principio.

Vi muchas similitudes entre Juan y John en cómo disfrutaban dirigir una conversación. Deben ser las horas que pasan haciendo exactamente eso en YouTube. Pero mientras Juan me pareció un poco más inexperto, especialmente en cómo repetía afirmaciones de la extrema derecha sin importar los hechos, John era más calculador. De hecho, él me pareció más complicado. Para alguien que habla de la importancia de hacer una investigación exhaustiva antes de cada video, incluso llegando al punto de llegar a la entrevista con Maria preparado para leerle sus propias citas, no podía entender por qué apoyaba tan firmemente a Trump, alguien que miente tan fácilmente. Me sorprendió cuando John dijo que Trump no cumplió la “gran mayoría” de las promesas que hizo, pero su canal de YouTube está lleno de alabanzas hacia él.

Cuanto más reportábamos sobre esta historia, más crecía mi confusión. Nuestro viaje nos llevó de barrios latinos en el sur de Londres, al sur de Florida e incluso a nuestro vecino estado de Nueva Jersey. En todos estos lugares, nos encontramos con contradicciones. Ya fuera gente como John, crítica de Trump pero que aún lo apoyaba, o personas que decían no ver noticias, pero repetían fragmentos de desinformación.

En un día lluvioso, tomé mi micrófono y mi grabadora y me aventuré a Union City, Nueva Jersey, para hablar con votantes latinos allí. Nota aparte: si hay algún aspecto positivo de ver docenas y docenas de videos de influencers latinos difundiendo desinformación, es que poco a poco estaba mejorando mi español. Pero la mayoría de las personas que se detenían a escuchar mis preguntas rápidamente sacudían la cabeza y se alejaban al darse cuenta de que se trataba de las elecciones. Tal vez pudo ser mi español un tanto mediocre, pero tuve la sensación de que se trataba más de un agotamiento electoral.

Siempre recordaré a una mujer con la que hablamos en Doral, Florida. Ximena nos dijo que tenía miedo de que Kamala Harris ganara porque creía que eso nos conduciría al socialismo, y sin embargo, nos dijo que no estaba informada sobre las elecciones. Para mí, esas dos declaraciones parecían contradictorias. Pero Ximena estaba segura de su opinión sobre Harris. A mi parecer, todo el tema de la desinformación se resumía en esto. Las afirmaciones pueden propagarse en línea y, mientras jueguen con las emociones de las personas, ya sea temor o alegría, las personas las creerán, incluso mucho después de que hayan sido desmentidas.

Al concluir nuestra investigación, me quedé con la siempre desconcertante pregunta sobre el dinero. Estaba segura de que tenía que haber intereses financieros detrás de estas campañas generalizadas que difundieran mentiras sobre las elecciones a uno de los grupos de votantes más influyentes. Pero como reportera, esta complicada pregunta lo único que hizo fue renovar mis energías para seguir investigando.

También me preocupaban las personas de las comunidades que visitamos. Si ya estaban sintiendo agotamiento electoral, ¿qué significa eso para la democracia? ¿Y qué dice eso sobre los medios de Estados Unidos, cuyo trabajo es servir al público y asegurarse de que tengan herramientas confiables?

Las redes sociales son abrumadoras, y la desinformación, como hemos aprendido, no tiene fronteras. En esta investigación, la llamamos una “telaraña”, y para mí esa es la descripción más adecuada. La desinformación no solo es compleja, enredada y está en constante crecimiento, sino que su objetivo es atrapar a las personas. Aún así, siento un renovado sentido de responsabilidad como periodista. Debemos ser diligentes al informar a nuestras comunidades con precisión, de lo contrario ese vacío será llenado por algo—o alguien—mucho más siniestro. Y no podemos darnos el lujo de rendirnos a la desesperación.

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