Cómo la desaparición de USAID redefine los “valores estadounidenses”: cuaderno de reportero

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Published on: December 12, 2025

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Desmantelar USAID va más allá del programa mundial. También es una reconfiguración fundamental de lo que la administración de Trump quiere que sea Estados Unidos.

Cuaderno de reportero

Déjame llevarte de vuelta al verano de 2016. Yo acababa de mudarme del Valle del Río Grande, al sur de Texas, en la frontera entre Estados Unidos y México, a la ciudad de Nueva York para hacer una pasantía en Latino USA.

Un par de semanas después de comenzar mi nueva vida en Nueva York, mi experiencia en Latino USA iba bien. En un caluroso día de verano, me asignaron, junto con los demás pasantes, ir a Times Square con una misión: entrevistar a personas y preguntarles qué significa para ellos ser estadounidenses. “¿Cuáles son los valores estadounidenses? ¿Se consideran estadounidenses? ¿Están orgullosos de ser estadounidenses?”

Después de entrevistar a varias personas, comenzamos a revisar el audio.

Obtuvimos respuestas como estas:

“Casi siempre estoy orgulloso, pero con todas las cosas que están pasando en el país y con el pasado del país, supongo que hay mucho de lo que avergonzarse como estadounidense.”

“Me considero estadounidense, aunque nací en México; llevo 17 años viviendo aquí.”

“…Los valores estadounidenses son la libertad de religión, la libertad de expresión, la libertad de prensa…”

No había una razón aleatoria para nuestras preguntas. En ese momento, Donald Trump estaba ganando impulso entre la base del Partido Republicano. La gente de todo el país comenzó a percatarse de que él podía ganar las elecciones presidenciales de 2016.

Yo realmente no creía que pudiera ganar. No podía entender la idea de que la gente votara por él. Era alguien que había estado difundiendo una retórica antiinmigrante y atacando constantemente a los medios de comunicación.

Pero estaba equivocado.

Donald Trump obtuvo 304 votos del Colegio Electoral. Más de 62 millones de personas votaron por él.

Desde esa victoria, Trump ha impulsado en todo el país políticas para “hacer a Estados Unidos grande de nuevo”. También ha respaldado sin disculpas su campaña “Estados Unidos Primero”. Estos lemas de su campaña han dividido a muchos estadounidenses en todo el país. Han obligado a la gente a responder preguntas sobre qué voces están incluidas y excluidas de la conversación.

Casi una década después de aquella asignación en Times Square, seguimos lidiando con las mismas preguntas: ¿Quién es estadounidense y quién no? ¿Quién define lo que Estados Unidos debería ser?

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Nuestros “valores estadounidenses” actuales

Es diciembre de 2025. Trump ha tenido una presencia constante en mi vida profesional durante casi una década. Cubrí su primera administración como reportero de inmigración en la frontera para Texas Public Radio. Ahora, cubro su administración como productor y reportero de Latino USA.

Algo se ha vuelto muy claro para mí: algunas de esas mismas preguntas sobre los “valores estadounidenses” y el significado de Estados Unidos siguen siendo predominantes. En muchos sentidos, se sienten más urgentes y peligrosas que nunca.

He decidido seguir informando sobre temas que desafían la narrativa que genera división sobre lo que es Estados Unidos y lo que debería ser.

En su primer día de regreso a la Casa Blanca, a principios de este año, Trump emitió una orden ejecutiva sobre asuntos de asistencia exterior. Afirmaba: “La industria de la asistencia exterior y la burocracia de Estados Unidos no están alineadas con los intereses estadounidenses y, en muchos casos, son antitéticas a los valores estadounidenses”.

Esas pocas palabras prepararon el escenario para el desmantelamiento —y eventual cierre— de USAID, una agencia gubernamental fundada en 1961 y encargada de brindar ayuda a personas necesitadas en todo el mundo. Hasta este segundo mandato de Trump, USAID había contado con apoyo bipartidista. Pero la nueva Casa Blanca, liderada por Trump, presentó a la agencia como una institución que representaba el despilfarro, el fraude y el abuso.

Poco después, la administración Trump apuntó contra la Asociación Lambda, una organización que recibía fondos de USAID en Guatemala. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmó falsamente que el dinero de los contribuyentes estadounidenses se destinaba a realizar “cambios de sexo” en Guatemala.

Mi investigación demostró rápidamente que esa afirmación era falsa. Sí, Lambda recibió financiamiento de USAID, pero principalmente actuaba como intermediaria. El verdadero destinatario de los fondos era Trans-Formación, un colectivo que trabaja con hombres trans en Guatemala, pero no realiza “cambios de sexo”.

Viajé a Guatemala este verano para comprender el impacto que tuvo para ellos la pérdida del apoyo económico de USAID, los ataques transfóbicos que estas organizaciones recibieron tras la mentira de la Casa Blanca, y lo que este retiro de la ayuda internacional significa para la posición global de Estados Unidos en el futuro.

Mientras estaba en Guatemala, conocí a Alex Castillo, cofundador de Trans-Formación. Aprendí sobre su camino para comprender que era un hombre trans y las razones por las que fundó su organización.

Alex y yo hablamos durante horas. Lo que verdaderamente resonó en mí fue que él también cuestionaba cuáles son los “valores estadounidenses”.

Le compartí la respuesta que recibí del Departamento de Estado a mi pregunta sobre por qué se había cancelado el financiamiento de USAID a Lambda.

“Se determinó que el programa no encajaba en los estándares establecidos por el secretario (Marco) Rubio para la asistencia exterior de Estados Unidos, la cual consiste en hacer a Estados Unidos más fuerte, más seguro o más próspero”, decía el comunicado. “Asegurarnos de contar con la combinación adecuada de programas para apoyar la seguridad nacional de Estados Unidos y otros intereses fundamentales que requieren un enfoque ágil. Seguiremos haciendo los cambios necesarios.”

Alex cuestionó este sentimiento de “Estados Unidos primero”. Me preguntó: “¿Cuánto dinero crees que están gastando para subir a gente a aviones y deportarlos? ¿Cuánto están gastando en guerras extranjeras? ¿Cuánto están gastando en campañas para decirle a la gente que no migre a Estados Unidos?”

Estas preguntas me llevaron a sentarme a reflexionar sobre mis propios cuestionamientos: ¿Cuáles son esos “valores estadounidenses” de los que habla la administración de Trump?

Esa misma ideología de excepcionalismo estadounidense no solo se está exportando al extranjero. También se está filtrando más profundamente en la vida cotidiana y en las instituciones que conforman Estados Unidos.

A principios de este año, la administración de Trump apuntó contra los museos Smithsonian. No fue un movimiento sutil. La Casa Blanca dijo que revisaría estos museos. La iniciativa, según una carta oficial, “tiene como objetivo asegurar la alineación con la directiva del presidente para celebrar el excepcionalismo estadounidense, eliminar narrativas divisivas o partidistas y restaurar la confianza en nuestras instituciones culturales compartidas”.

En otras palabras, incluso los espacios destinados a documentar la historia y a fomentar la curiosidad están siendo arrastrados a la lucha por quien define los “valores estadounidenses”.

El impulso actual no se trata solo de Guatemala ni de los fondos de USAID en el extranjero. Estamos presenciando en tiempo real la reconfiguración de la memoria cultural, la educación pública y los museos, los lugares donde decidimos colectivamente qué historias importan y cuáles se borran.

Las universidades públicas y las oficinas gubernamentales también están lidiando con la presión de la administración Trump sobre lo que se puede decir y hacer en el lugar de trabajo.

También estamos presenciando que la Suprema Corte valorará el tema de la ciudadanía por nacimiento, impulsado por la administración Trump, y literalmente decidirá quién puede ser estadounidense.

Todos estos temas están entrelazados y han ido escalando hasta este momento.

Mientras he investigado esta historia sobre Guatemala y USAID, trato de reconciliar todos mis pensamientos. Espero que nuestra audiencia también lo haga. ¿Quién decide qué cuenta como un “valor estadounidense”? ¿Qué realmente sirve al interés de Estados Unidos y por qué?

Y quizás la pregunta más crítica de todas: ¿Es este el país que queremos ser?

 

 

Busqué al Departamento de Estado para solicitarles un comentario al respecto, ya que no hallé ninguna evidencia de “cambios de sexo” realizados por LAMBDA y Trans-Formación mientras estuve en Guatemala. También solicité una respuesta sobre  la firme negativa de ambas organizaciones de que ayuden a facilitar este tipo de cirugías, pero no recibí respuesta del Departamento de Estado.

Foto de portada: Alex Castillo, cofundador de Trans-Formación posa para un retrato. Carlos Barrera para El Faro English

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