Opinion, Spanish
Hollywood nos vendió una narrativa de la “hombría texana”. Los oficiales de Uvalde la destruyeron.
Traducido por Peniley Ramírez
Opinión
AUSTIN, Texas– Durante los últimos seis meses, pasé gran parte de mi tiempo reportando en Texas, principalmente en Austin y Uvalde. El año pasado, cuando escuché sobre un joven latino que llevó dos armas estilo AR-15 a su antigua escuela primaria y usó una para disparar a los estudiantes en su antiguo salón de clases, supe que tenía que investigar para comprender este horror.
Algo más me atrajo aquí. Fueron las imágenes de esos hombres texanos, grandes, voluminosos, fornidos y fuertemente armados, que luego —y durante más de una hora— no hicieron nada para acabar con el terror. Soy una periodista de investigación. En el fondo, sabía que era demasiado difícil recopilar datos sobre estos hombres que probablemente estaban asustados y eran demasiado orgullosos para admitirlo. Por supuesto, no hubo una línea clara de autoridad. Pero, ¿en serio? ¿Tenían que esperar todo ese tiempo?
En reportes de televisión, escuchamos sobre una madre desarmada que corrió y se adentró en la escuela para rescatar a su hijo. Y allí dentro, por cerca de 77 minutos desde que comenzó la emergencia, estos hombres grandes y poderosos de Texas, el Estado de la Estrella Solitaria, el hogar del Llanero Solitario, no avanzaron.
En Hollywood, se nos muestran imágenes de policías que supuestamente no le temen a nada. Siempre corren hacia la confrontación, especialmente con un “chico malo”. Nos venden una narrativa desgastada, con estereotipos de hombres que usan botas y sombreros grandes, portan armas aún más grandes y salvan a la damisela en apuros.
Sin embargo, cuando la realidad golpeó, estos hombres destinados a ser héroes no hicieron nada. Sí, llegaron a los tres minutos de que comenzó el tiroteo. Alrededor de una docena de oficiales entraron al pasillo de la escuela. Por las imágenes que vi, parecían listos para moverse. Luego, el hombre de 18 años disparó desde un salón de clases. Fue entonces cuando los oficiales supieron que tenía un arma estilo AR. Y fue entonces cuando todo se detuvo.
No creo que me equivoque cuando digo que, con mucha probabilidad, los oficiales simplemente estaban aterrorizados. Quiero decir, ¿quién no estaría asustado? Estás enfrentándote a un arma que está destinada para la guerra. Los oficiales sabían que no sobrevivirían a una confrontación con una AR, que las balas podrían atravesar su chaleco antibalas regular. Eran como policías que aún caminaban, pero ya estaban muertos. Ellos lo sabían y se asustaron.
Entonces, así está la cosa: No es necesario gastar millones de dólares para explicar cómo los hombres corpulentos de Texas, que respondieron a la emergencia en la escuela de Uvalde, no son sobrehumanos Llaneros Solitarios del Estado de la Estrella Solitaria. Más bien, son hombres mansos, fuertemente armados, que se congelaron por más de una hora, a unos 15 metros del salón de clases donde ocurrió la masacre.
No te equivoques: amo a los hombres. He estado casada con uno durante 32 años. Tengo un hijo de 27 años y muchos colegas varones. Así que no interpretes esto como una perorata anti-masculina. Esta es una diatriba contra el mantenimiento de una imagen universal, ahora desacreditada, de la “hombría texana”.
Soy una periodista con los pies bien puestos en la tierra, y también soy una soñadora. Ojalá los policías se disculparan con la ciudad de Uvalde y con las familias. Me gustaría que renunciaran, por respeto a ellos. Como dice la sobreviviente de Uvalde, Caitlyne Gonzales: Ellos hicieron un juramento y no actuaron, por lo que no deberían usar sus placas de oficiales. Ella solo tiene 11 años.
Mientras reportaba en Uvalde, identifiqué el trauma de las víctimas con mi propio trastorno de estrés postraumático, que he vivido después de cubrir los ataques terroristas del 11 de septiembre. Ese día en Nueva York, muchos policías y bomberos corrieron hacia las Torres Gemelas, aterrorizados. Pero su decisión desinteresada de salvar vidas fue mayor a su miedo.
En Texas, estos tipos grandes fueron derribados, no por un arma AR sino por su propio temor. Ayudaría a todos si lo reconociéramos y habláramos al respecto.
Sé que es vergonzoso incluso mencionar esto. No soy la misma persona después de investigar Uvalde. Nunca pensé que sería capaz de hablar con tanta autoridad, desde una perspectiva personal, sobre cómo ha cambiado para siempre mi impresión de los hombres armados, que se encargan de hacer cumplir la ley en Texas.
Lamentablemente, los niños de Uvalde también han cambiado y tienen que vivir con eso. Es el elefante en la habitación. No tengo miedo de nombrarlo.