‘Deberíamos imaginar’: cómo madres de tiroteos en escuelas presionan para proteger a los niños

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Published on: June 2, 2023

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AUSTIN, Texas.– Gladys González, de 40 años, coloca el iPad que su hija, Caitlyne, leerá desde el podium de madera. El sol texano golpea el rostro de Gladys, nublado por los pensamientos. Caitlyne no le permitió ver el discurso que está a punto de leer frente a cientos de manifestantes afuera del edificio del Capitolio en Austin.

Ella dijo que su hija, que pronto cumpliría 11 años, le comentó: “Lo escucharás cuando lo escuches, mamá”.

La presentadora llama a Caitlyne una “superhumana”. Con un metro 48 centímetros de altura, Caitlyne sube a un cajón de leche para elevar su cabeza por encima del atril y alcanzar el micrófono. Usará esta plataforma para criticar públicamente la respuesta del gobernador de Texas, Greg Abbott, al tiroteo escolar más mortífero en la historia del estado.

Gladys se da cuenta de que el iPad se ha sobrecalentado y se apagó. Trata de volverlo a encender para revivir el guión de Caitlyne.

“Buenas tardes. Mi nombre es Caitlyne Gonzáles. Soy una sobreviviente de cuarto grado de la Escuela Primaria Robb en Uvalde, Texas”.

La pantalla del iPad sigue en negro. Caitlyne ya no tiene su guión. De todos modos, lidera a la multitud con sus palabras.

“El 24 de mayo, todo cambió”.

Nueve meses antes, el 24 de mayo de 2022, en la Escuela Primaria Robb en Uvalde, Texas, Caitlyne sobrevivió a un tiroteo masivo. Estaba en su salón de clases, acurrucada junto al escritorio de su maestra. Su mejor amiga, Jacklyn ‘Jackie’ Cazares, estaba al otro lado del pasillo con otros compañeros de clase. Un exalumno de 18 años les disparaba con un rifle tipo AR-15.

La voz de Caitlyne tiembla mientras relata cómo el tirador tambaleaba la perilla de la puerta de su salón. Intenta reiniciar la oración, pero su mano cubre su boca y comienza a llorar.

“¿Quieres que termine por ti?”, le pregunta Gladys, dos veces, mientras está parada justo detrás de ella, su mano descansando en la espalda de su hija.

Caitlyne perdió a su mejor amiga en el tiroteo. Esa noche se despertó y le dijo a su mamá: “Me pregunto dónde está Jackie”. Gladys recuerda a Caitlyne golpeando la almohada.

Usando su voz para defender a los 21 amigos y maestros que perdió en el tiroteo en la Escuela Primaria Robb, Caitlyne Gonzales crea carteles para honrarlos. Sofía Sánchez/Futuro Media

“Ella odió a este hombre por llevarse a su amiga, así que fue lo más difícil que tuve que hacer, darle la noticia de que su mejor amiga había fallecido”, dice Gladys.

Poco después de la masacre, Caitlyne comenzó a liderar mítines y a dar discursos. El primero, en julio de 2022, fue un mitin local en el que Gloria Cazares, la madre de Jackie, le pidió a Caitlyne que hablara. Unas semanas después, en una reunión de la junta escolar, Caitlyne exigió al jefe de policía de Uvalde, Pete Arredondo, y a las fuerzas del orden, que entregaran sus placas y renunciaran.

“Si el trabajo de la policía es proteger y servir, ¿por qué no protegieron a mis amigos y maestros el 24 de mayo?”, gritó Caitlyne durante esa reunión de la junta.

Arredondo fue despedido pocas horas después. Ha dicho que él y sus oficiales trataron de mantener a los niños a salvo.

Gladys dice que ella siempre ha apoyado a su hija. “Siempre le he dicho, te apoyaré hasta el día cuando mami muera. Y entonces ella me dice, ‘No, tú no te vas a morir mamá’. Y le digo: bueno, hasta que mamá esté sea fuerte. Pero tú sabes a lo que me refiero, ¿verdad, Caitlyne? Y ella dice: ‘Lo sé’, pero sabe que mamá y papá siempre estarán allí para apoyarla durante el camino”.

En este primer año desde la masacre de Uvalde, Gladys se ha unido a otras madres de todo el país para hacer oír sus voces y las de sus hijos. En una nación profundamente dividida en cuanto al control de armas, estas madres enfrentan presiones por parte de políticos, de sus comunidades, de extraños y de ellas mismas tanto para hablar como para guardar silencio.

Mientras que algunas madres, como Gladys, marchan por el control de armas junto a sus hijos sobrevivientes, otras han dedicado sus vidas a promover leyes de control de armas con los nombres de sus hijos asesinados.

Un tercer grupo de mujeres lidera grupos de defensa del control de armas, aunque sus hijos nunca han experimentado un tiroteo escolar. En cambio, las ha motivado la posibilidad muy probable de que sus hijos enfrenten violencia armada en algún momento.

En Estados Unidos, los niños y adolescentes tienen más probabilidades de morir por un arma de fuego que por cualquier otra causa, según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades. En 2022, hubo 51 tiroteos en escuelas – más que en cualquier otro año desde el tiroteo en la Escuela Secundaria Columbine en Colorado, que dejó 12 estudiantes y un profesor muertos en 1999.

A medida que las masacres escolares siguen ocurriendo y la legislación sobre control de armas continúa enfrentando la división política entre Demócratas y Republicanos, la pregunta de si el público está insensibilizado a menudo se vuelve tendencia en las redes sociales, con personas afectadas y no afectadas preguntándose qué se necesitará para sacudir al país y asegurarse de que estos tiroteos masivos no ocurran “#nuncamás”. Más allá de internet, la pregunta de “qué se necesitará” para lograr un cambio también está dividiendo a las comunidades.

En Uvalde, muchos afectados por la tragedia quieren respuestas, incluyendo grabaciones de cámaras y registros, y se niegan a escuchar a quienes les dicen que se calmen y sigan adelante. Algunas madres de estas tragedias sienten que han sido dejadas a su suerte para enfrentar su trauma.

Ellas viajan miles de millas para protestar o pasan horas organizando eventos locales en honor a sus hijos, todo ello mientras equilibran trabajos a tiempo completo y sus propios estudios avanzados, atienden a sus otros hijos y buscan recursos para la salud mental de su familia. Los esfuerzos que realizan las madres afectadas por la violencia armada para hacer oír las voces de sus hijos son al mismo tiempo una causa política y personal.

Caitlyne Gonzales a menudo usa megáfonos para dirigir cánticos en mítines y marchas. Sofía Sánchez/Futuro Media

Conectando a través de la división

En el camino para impulsar cambios, estas madres a menudo se convierten en una red invaluable unas para las otras. Gladys cuenta que fue Rhonda Hart, de 41 años, quien le dio a Caitlyne un megáfono rosa que usó en la marcha desde los escalones del Capitolio de Texas.

“No te quedes en silencio”, gritaba Caitlyne a través del megáfono rosa, rodeada de una multitud de seguidores ese día. “Terminemos con la violencia armada”.

Rhonda describe la conexión con madres de víctimas de tiroteos escolares como un “vínculo traumático”.

Hace cinco años, el 18 de mayo de 2018, la hija de 14 años de Rhonda, Kimberly Vaughan, estaba dibujando en su clase de arte en una pequeña ciudad de Texas llamada Santa Fe, a aproximadamente una hora de camino en auto al sureste de Houston. Alrededor de las 7:40 a.m., un compañero adolescente supuestamente abrió fuego con la escopeta y revólver de su padre, matando a Kimberly y a otras nueve personas.

Ese fue el “tiroteo escolar OG de Texas”, como lo llama Rhonda, porque fue el primer tiroteo escolar en la historia de Texas. Desde que perdió a su hija, se ha convertido en una voz destacada entre los padres que exigen una reforma de las leyes de armas, y ha conseguido casi 30,000 seguidores en Twitter al impulsar cambios legales para proteger a otros niños de morir como falleció su hija.

Un hombre se para frente a la escuela secundaria Santa Fe, dando la bienvenida a los estudiantes a clases por primera vez desde que un niño de 17 años disparó y mató a diez personas en el campus, en Santa Fe, Texas, el 29 de mayo de 2018. Familiares de los muertos y heridos durante un ataque de 2018 en la escuela secundaria de Texas expresaron su preocupación el jueves 20 de abril de 2023 de que el caso contra el pistolero acusado, retrasado durante años por cuestiones de su capacidad mental, podría retrasarse aún más en espera de la eliminación del juez de primera instancia, que enfrenta acusaciones de parcialidad y vínculos legales previos con el acusado. (Foto AP/John L. Mone, archivo)

Manifestantes y miembros de ‘Moms Demand Action’ (Madres Exigen Acción) animan a Caitlyne Gonzales mientras se derrumba durante un discurso frente al Capitolio de Texas el 28 de febrero de 2023. Raúl Pérez-Hinojosa/Futuro Media

En 2022, el activismo de Rhonda llevó a la Cámara de Representantes de Estados Unidos a aprobar la Ley de Almacenamiento Seguro de Armas de Fuego Kimberly Vaughan. En parte, el proyecto de ley requiere que las armas de fuego y las municiones se almacenen de manera segura en el hogar, especialmente si hay un menor que no reúne los requisitos para poseer un arma de fuego y reside allí.

“Esa fue una experiencia única en la vida. ¿Sabes a lo que me refiero? Lograr que se apruebe un proyecto de ley”, dice. “Al mismo tiempo, tuvo el costo de mi hija, así que fue increíble estar allí, pero desearía que no hubiera sido en esas circunstancias”.

La medida no llegó al Senado el año pasado, por lo que los legisladores comenzaron el proceso de nuevo este año y la reintrodujeron en la Cámara de Representantes. Ahora, la nueva versión del proyecto de ley prioriza la educación pública sobre el almacenamiento seguro de armas de fuego.

A través de su activismo, Rhonda ha conocido a personas de todas las experiencias relacionadas con la muerte y la violencia armada. Se ha comunicado con madres afligidas después de ver sus entrevistas en la televisión, ha pedido a los periodistas que les transmitan su información de contacto a los padres y ha establecido conexiones durante protestas y marchas.

También ha mantenido relaciones sólidas a través de las redes sociales con personas a las que aún no ha conocido en persona. Amigos que tiene en persona -como David Hogg, quien se ha dedicado al activismo después de sobrevivir al tiroteo masivo en la Escuela Secundaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland, Florida- también han hecho presentaciones.

“Y literalmente es solo establecer conexiones en todo el país”, dice Rhonda. “Y vas a eventos y la gente dice: ‘Oh, soy fulano de tal, de tal tiroteo’”. 

A medida que los tiroteos masivos continúan ocurriendo y la legislación de control de armas no avanza, Rhonda cree que el público estadounidense puede estar insensible a la violencia armada. A principios de mayo, justo dos semanas antes del quinto aniversario del tiroteo de Santa Fe y tres semanas antes del primer aniversario de la masacre de Uvalde, ocho personas, incluidos tres niños, fueron asesinados en un centro comercial en Allen, Texas. Se difundieron en Twitter videos sin editar de los cuerpos sin vida de las víctimas, uno de ellos parecía ser de un niño, lo que generó una discusión sobre el impacto del contenido gráfico en el público.

Rhonda recuerda que el gobernador Abbott les prometió a ella y a otros padres en 2018, durante una reunión privada con sobrevivientes y familias, que el tiroteo en la Escuela Secundaria de Santa Fe sería el único en la historia de Texas. Cuatro años después, Uvalde se convirtió en el segundo.

Ella no sabe cuándo será el próximo tiroteo escolar en Texas, dice, pero ha perdido la confianza en el gobernador Abbott y sabe que solo es cuestión de tiempo antes de que ocurra.

“Habrá un tercero”, dice. “Prepárense para el tercero”.

El gobernador Abbott rechazó la solicitud de entrevista de Futuro Investigates.

Además de abogar por la reforma de armas, Rhonda ha presionado para tener acceso a las fotos de la escena del crimen de su hija. Desde el tiroteo, Jack Roady, el fiscal del condado de Galveston, negó a Rhonda y a otros padres de las víctimas el acceso a los informes de autopsia de sus hijos. Anteriormente, la ley de información pública del estado establecía que si Roady liberaba los registros a las familias, también debía proporcionar la información a la prensa y al público.

El proyecto de ley 435 del Senado de Texas otorgaría a las víctimas de delitos y sus familias una excepción. El gobernador Abbott lo firmó como ley exactamente cinco años y una semana después del tiroteo de Santa Fe y un año después de Uvalde. Tuvo un amplio apoyo tanto de Demócratas como de Republicanos, recibiendo una votación unánime.

Aún así, este proyecto de ley no otorga a Rhonda y a las familias de otras víctimas la propiedad total sobre los últimos momentos de sus seres queridos, ya que “no pueden duplicar, registrar, capturar o memorizar la información”.

“Me alegra que hayamos logrado la aprobación de este proyecto de ley”, dice Rhonda, “Pero hubiera sido mucho más fácil si Jack Roady simplemente nos hubiera dado la información”.

“La nueva ley proporciona un equilibrio sensato entre los derechos de las víctimas del delito, la transparencia del gobierno y el sistema de justicia penal”, dijo Roady en un comunicado a Futuro Investigates, después de reunirse con las familias de las víctimas de Santa Fe a finales de mayo. “Nuestra oficina está trabajando con todos aquellos que deseen consultar la información a fin de brindarles la oportunidad de hacerlo, en un ambiente privado y de manera ordenada”.

Un fiscal puede exigir que Rhonda y sus familiares firmen un acuerdo de confidencialidad para ver la información.

Rhonda apoya la divulgación pública de la información sobre su hija con la esperanza de que la gente se dé cuenta del “completo horror y la masacre” del poder de una arma sobre el cuerpo humano. No sabe si la gente está, de hecho, insensibilizada o si son aprendices visuales. En cualquier caso, cree que compartirlo haría la diferencia.

Por supuesto, dice, depende de los padres.

“Yo lo compartiría”, dice Rhonda. “El público necesita saber. No creo que haya otra forma de ilustrar realmente la devastación que pueden causar las armas. Tal vez sin mostrar el rostro de la víctima, como mi hija fue disparada en el torso, pero mostrar sus heridas, sí, lo apoyaría”.

En Uvalde, se está llevando a cabo una lucha similar. Muchas familias han estado luchando contra la fiscal del condado de Uvalde, Christina Mitchell Busbee, para obtener acceso a las grabaciones y registros de la investigación. La fiscal dice que le preocupa que la divulgación de estos comprometa la investigación en curso. Algunos padres de Uvalde dicen que ayudaría en su proceso de sanación saber exactamente qué le sucedió a sus hijos.

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Una historia inspira el activismo

Hace 68 años, en 1955, Mamie Till-Mobley decidió realizar un funeral con el féretro abierto de su hijo, Emmett Till. Su madre compartiría fotos gráficas del estado desfigurado del cuerpo de Emmett después de ser linchado. A los 14 años, Emmett fue secuestrado, brutalmente torturado y asesinado en Misisipi, tras ser acusado de ofender a una mujer blanca.

Al mostrar las secuelas de las heridas de su hijo, la madre de Emmett esperaba mantener viva su historia. Aunque los principales medios de comunicación se negaron a publicar la foto “inapropiada”, la prensa negra publicaría la imagen, la haría circular en la historia general y marcaría la conciencia estadounidense.

Keith Beauchamp, un cineasta investigativo que hizo la película de 2005 “La Historia Jamás contada de Emmett Louis Till” y “Till” en 2022, fue un confidente cercano de la madre de Emmett, Mamie. Antes de fallecer en 2003, “Mother Till-Mobley” le otorgó a Keith los derechos para contar visualmente la historia de su hijo en la gran pantalla.

El productor de cine Keith Beauchamp sonríe con la madre de Emmett Till, Mamie Till-Mobley, en su casa junto a su esposo, Gene Mobley, en 1996. (Fotografía cortesía de Keith Beauchamp)

En 2002, la madre de Emmett Till, Mamie Till-Mobley, asiste al Centro de Cine Cantor de la Universidad de Nueva York con el documentalista Keith Beauchamp. (Foto cortesía de Keith Beauchamp)

Para Keith, lo visual, ya sea en el cine o la fotografía, es “la nueva ola del activismo”. 

Él cree que se necesita otro “momento Emmett Till” para crear un movimiento social con impulso.

“Fue la imagen de Emmett Till, esto formó generaciones de personas, para luchar contra el sistema supremacista blanco. Y desafortunadamente, necesitaremos ver cosas para creerlo”.

Keith dice que el país necesita un llamado de atención. “Esta es la temporada para reconocer las injusticias que están ocurriendo en este país y para que esta generación se levante y diga ‘no más’”, dice.

Gladys González, la madre de Caitlyne, dice que a menudo piensa en Mamie y cómo pudo contenerse en medio del dolor.

“Pero ella lo sabía en su corazón”, concluye Gladys, “que ella necesitaba que el mundo viera lo que le había sucedido a su hijo”.

El presidente Joe Biden habla antes de la proyección de la película “Till” en el Salón Este de la Casa Blanca en Washington, el jueves 16 de febrero de 2023. La película “Till” es la historia de Mamie Till-Mobley, quien buscó justicia después del linchamiento de su hijo de 14 años, Emmett Till, en 1955. (Foto AP/Susan Walsh)

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‘Debemos imaginar’

Gladys y Rhonda forman parte de “Moms Demand Action” (Madres que demandan acción), un grupo no partidista con presencia en todo el país que aboga por la seguridad de las armas de fuego. Algunas de las integrantes son propietarias de armas. Algunas son Demócratas. Otras son Republicanas o Independientes. Además de proporcionar educación sobre el almacenamiento seguro de armas de fuego, la organización tiene como objetivo aprobar leyes de armas que abarquen desde verificaciones de antecedentes en la venta de armas, legislaciones enfocadas en la salud mental como las leyes de “bandera roja”, hasta la prohibición de armas de asalto.

Y aunque hay madres, como Rhonda y Gladys, que se han unido al llamado por la seguridad de las armas de fuego después de la experiencia directa de sus hijos en un tiroteo escolar, la activación de otras madres está sustentada por la amenaza probable de que sus hijos eventualmente enfrenten a un tirador en la escuela.

Sandra Gutiérrez, de 39 años, es co-líder del capítulo de Tucson, Arizona, de “Moms Demand Action”. Originaria de Los Ángeles, dice que la mayoría de las amigas que ha hecho en Tucson las ha encontrado a través de la organización. En camino a su primera reunión, en 2019, sufrió un ataque de pánico. Cuando se comunicó para cancelar, le invitaron de manera tranquilizadora a unirse a la red de sobrevivientes.

En el Capitolio del Estado de Arizona, Sandra Gutiérrez, segunda desde la izquierda, se reúne con los voluntarios de ‘Moms Demand Action’ (Madres Exigen Acción), así como con la fundadora Shannon Watts (al centro), quienes querían un cambio después del tiroteo en la Escuela Primaria Sandy Hook. (Foto cortesía de Sandra Gutiérrez)

Sandra dijo que sobrevivió por primera vez a la violencia de las armas a los 19 años, cuando un invitado comenzó a disparar junto a ella en una fiesta a la que asistía, lo que le provocó que desarrollase trastorno de estrés postraumático. Luego, en 2017, una amiga fue baleada y asesinada en un caso de violencia doméstica. Aproximadamente dos años después, en junio de 2019, su cuñado murió por suicidio con arma de fuego.

Ella tiene un hijo de siete años en primer grado que dejó de asistir a la escuela pública presencial, debido a problemas respiratorios. El tiroteo en la escuela de Uvalde fue un punto de inflexión para ella. No se ha sentido cómoda en volver a inscribirlo en educación presencial debido a la preocupación por la inminente violencia armada.

Incluso en la escuela en línea, no ha podido protegerlo de la amenaza de un arma de fuego. En abril de este año, mientras estaba en una “sala de reuniones virtuales” -un espacio virtual donde los estudiantes se encuentran en grupos más pequeños sin que el profesor esté constantemente presente- un compañero de clase le mostró a su hijo una pistola de juguete y lo que su hijo describió como un “rifle real” a través de la pantalla de la computadora.

Según Sandra, el compañero de clase amenazó con dispararle a su hijo y a sus animales de peluche. Ella informó del incidente a la escuela. Esto llevó a una discusión con el personal escolar y los padres del compañero de clase, quienes supuestamente dijeron que no había un rifle real, solo una pistola de juguete. El distrito escolar y la escuela no respondieron a solicitudes de comentarios de Futuro Investigates.

“Ya sea que fuera un juguete o no”, dice Sandra, el compañero de clase “estaba amenazando con disparar… Cuando vemos señales como esa, se ha vuelto tan normal pasarlas por alto cuando, en realidad, estamos viendo la epidemia en este país. Así que creo que necesitamos cambiar nuestro enfoque”.

En el Día de la Defensa a principios de 2023, Sandra Gutiérrez se organiza a favor de la sensibilidad hacia las armas, junto a su hijo y otros miembros de ‘Moms Demand Action’ (Madres Exigen Acción). (Foto cortesía de Sandra Gutiérrez)

Sandra se unió a Moms Demand Action después de formar parte de la red de sobrevivientes. Ella ve la solución a la violencia armada como algo de dos vertientes: educación y legislación. Dice que los padres tienen la responsabilidad de educar a sus hijos y a sí mismos sobre la violencia armada y el almacenamiento de armas. Ella agrega que Moms Demand Action ayuda en ese sentido con los programas que ofrecen.

En cuanto a la legislación, Sandra atribuye a los miembros de Moms Demand Action en Arizona haber ayudado a elegir a “Candidatos con Sentido Común sobre las Armasen todos los niveles, incluida la gobernadora, Katie Hobbs. Ella es la primera demócrata en ocupar el cargo desde 2009. Desde su toma de protesta en enero, la gobernadora Hobbs ha vetado al menos cinco proyectos de ley relacionados con armas, incluyendo la prohibición de ferias de armas y la derogación de la prohibición estatal sobre los silenciadores de armas, todo lo cual la organización considera que tiene en cuenta la seguridad de las armas.

Sandra dice que ninguna de estos proyectos de ley hacen que la gente esté más segura. 

Cuando se trata de la reforma de armas, Sandra dice que el cambio tiende a sopesarse a escala nacional, pero se deben tener en cuenta los esfuerzos a nivel estatal.

El 24 de mayo de 2022, Sandra estaba a unas 800 millas de distancia de Uvalde en Tucson. Aún así, se apresuró a recoger a su hijo de la escuela temprano. No podía esperar para abrazarlo y no quería enviarlo a la escuela al día siguiente. Desde entonces, Sandra sigue de cerca el activismo político de las mamás Uvalde.

“A menudo, las mamás dicen… ‘Nunca podría imaginar’”, recuerda Sandra. “La realidad es que nadie quiere imaginar, pero debemos imaginar. Deberíamos imaginar cómo sería sentir su dolor y cómo nos gustaría sentir su apoyo, cómo nos gustaría ver un cambio”.

Mientras reflexiona sobre el aniversario del tiroteo en Uvalde, su voz desciende, en un tono triste y pensativo, mientras admira el esfuerzo legislativo que han hecho las familias de Uvalde a pesar de, dice ella, la falta de apoyo a nivel federal.

“No creo que haya habido el cambio que deberíamos ver en el año”, dice ella. “Y eso me rompe el corazón.”

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Hablar tiene un costo

Gladys se unió a Moms Demand Action el verano pasado, unos meses después de que su hija Caitlyne sobreviviera a la masacre de Uvalde. Trabajando junto a ella y otras familias de Uvalde, las voluntarias de Moms Demand Action han respaldado recientemente una legislación que habría elevado la edad legal para comprar armas de fuego en Texas de 18 a 21 años.

El proyecto de ley avanzó en un comité de la Cámara de Representantes de Texas, pero luego no fue incluido en la agenda de la Cámara, lo que hizo que se perdiera un plazo crucial para que los legisladores lo votaran en el pleno del Congreso texano.

“Casi tuve que perder a mi hija para poder comprender la gravedad de la violencia armada, la facilidad con la que las personas compran armas de asalto aquí en Texas y para unirme a la corriente diciendo ‘Ya es suficiente’”, dice Gladys. “Nunca me he sentido tan decidida”.

Antes de la masacre, Gladys nunca era el tipo de persona que subía al escenario o protestaba. Estar al frente le producía demasiada ansiedad. Ahora a menudo se encuentra en primera línea en llamados a la reforma de las leyes sobre armas de fuego, apoyando a Caitlyne y a otras víctimas de la violencia armada.

“Si esto es importante para Caitlyne, entonces estaré allí para apoyarla”, dice Gladys.

A veces se ha preguntado cuán saludable es para Caitlyne hablar en público tan a menudo, y ha tenido que lidiar con las críticas de las personas, a veces de su propia comunidad, quienes dicen que al permitir que Caitlyne hable, Gladys la está revictimizando. Lo que no saben, dice, es que ella nunca ha obligado a Caitlyne a participar en ningún evento público.

Ella recuerda lo que Caitlyne ha dicho durante algunas entrevistas: Hablar en público es terapéutico.

“Si le está ayudando y viene de ella… ¿por qué no, verdad?” pregunta Gladys.

Ella dice que ver cómo Caitlyne es invitada a hablar con tanta frecuencia también la ha sacado de su caparazón. Como mujer mexicano-americana, ha reflexionado sobre las formas en que su cultura ha afectado su comodidad al hablar.

Cuando, a principios de este año, Caitlyne se derrumbó en el escenario frente al Capitolio estatal de Texas en Austin, Gladys sintió que tal vez había tomado la decisión equivocada al permitir que su hija hablara. Pensó en lo que su madre, una mamá tradicionalmente mexicana, a quien perdió aproximadamente un año antes del tiroteo, hubiera dicho.

Aunque ha sido difícil pasar el último año sin su madre, de quien Caitlyne también era muy cercana, Gladys cree que ella la habría animado a mantener un perfil bajo después del tiroteo.

Hay varias voces que Gladys a menudo tiene que bloquear mientras continúa su activismo. Ella dice que se siente acogida por las familias de las víctimas fallecidas, pero algunas personas en Uvalde -una comunidad predominantemente latina- le dicen que debería callarse y no llamar tanta atención. Han argumentado que Caitlyne no es una “verdadera sobreviviente” ya que no estaba en la misma habitación que el tirador.

“Nuestra cultura, en la que hemos crecido, creo que nos han condicionado a creer que no deberíamos alzar tanto la voz”, dice Gladys. “No debería ser así, ¿sabes? Lo que sucedió el 24 de mayo nunca debería haber ocurrido”.

Rhonda, la madre blanca de Santa Fe, cree que las madres de Uvalde, en su mayoría de ascendencia mexicana, han sido tratadas de manera diferente por la policía y los legisladores. Según Rhonda, ella nunca ha sido arrestada, expulsada por la fuerza en protestas o amenazada, como ha sucedido con las madres de Uvalde Adriana Martínez Reyes, Ana Rodríguez y Angeli Gómez.

Mientras tanto, Sandra, la madre mexicano-americana que se organiza en Tucson, también se pone nerviosa al hablar y se pregunta si puede tener algo que ver con la historia de los mexicanos que han sido golpeados o asesinados por hablar español en Estados Unidos.

Mónica Muñoz Martínez, profesora asociada en la Universidad de Texas en Austin, creció en Uvalde y estudia la historia de la violencia y la represión contra los mexicanos en Estados Unidos.

“Lo que hemos visto históricamente es que las personas de comunidades vulnerables que intentan exigir un cambio o señalar injusticias a menudo son ignoradas, negadas y, en algunos casos, se les culpa de causar tensión o exagerar la realidad”, dice. “Demasiado a menudo en la historia, las personas que denuncian la injusticia son identificadas como un problema cuando sabemos que la principal causa de muerte de niños y adolescentes en Texas son las armas”.

La madre de Mónica, que también creció en Uvalde, sufrió castigos por hablar español y formó parte de las manifestaciones de 1970 en la Escuela Primaria Robb, que en parte desencadenaron el movimiento chicano en Estados Unidos. Con la historia estadounidense y familiar en mente, Mónica no se sorprende de que las madres hayan hablado abiertamente sobre su trauma.

“Históricamente, es consistente con las madres y las familias negras y latinas que intentan poner fin a la violencia y a las culturas de violencia, tratando de evitar que otros sufran de la misma manera que lo hicieron sus seres queridos”, dice Mónica.

Ahora, la historiadora está involucrada en esfuerzos para brindar un mejor acceso a la salud mental en Uvalde, lo que ayudará a la comunidad a avanzar después de esta masacre. Actualmente está haciendo varios viajes a Uvalde para diseñar un plan de recuperación que tenga en cuenta el bienestar social en general. Espera que se presente al final del verano.

El estigma de la salud mental deberá abordarse de manera culturalmente competente en una comunidad que es predominantemente mexicano-americana. Mónica se une a las familias y madres de las víctimas y sobrevivientes en esta búsqueda para cambiar no solo la mentalidad en torno a la salud mental, sino también su acceso.

En Uvalde, las madres y familiares de las víctimas tratan de encontrar, básicamente por sí mismos, el proceso de curación. Ya sea debido a las versiones inconsistentes de las autoridades locales o a los escasos recursos de salud mental, las familias de Uvalde han perdido la confianza en su comunidad.

Gladys dice que supo la noche del tiroteo que Caitlyne, quien desarrolló rápidamente síndrome de estrés postraumático, iba a necesitar ayuda. A Gladys y su esposo, Neftali ‘Nef’ González, les llevó casi ocho meses encontrar la terapia y el especialista adecuados para Caitlyne -fuera de Uvalde- que aceptaran su seguro médico.

Durante meses, los residentes de Uvalde tuvieron acceso al Centro de Resiliencia ‘Uvalde Together’, un centro provisional de salud mental. Ofrecía terapia en aulas portátiles que se asemejan a contenedores de envío en las afueras de la ciudad, lo que Gladys consideraba un entorno inapropiado para la terapia de trauma. En mayo de este año, se abrió en Uvalde un centro permanente que ofrece servicios gratuitos. El ‘Eye Movement Desensitization and Reprocessing’ (EMDR) , el tratamiento intensivo que está recibiendo Caitlyne, se ofrece en el centro, pero solo para adultos.

Parte de la razón por la cual Gladys pudo encontrar al terapeuta adecuado fue porque, durante 11 años, fue trabajadora social de niños. Comenzó una maestría en consejería unos meses antes del tiroteo y ahora está enfocada en terminarla con la esperanza de convertirse en especialista en EMDR.

Dice que su hija es “una persona diferente a la que dejé aquel 24 de mayo. Y es algo con lo que tendremos que lidiar juntos, como familia”.

Según el Instituto de Políticas de Salud Mental Meadows, una organización de investigación no partidista sobre salud mental, los niños de Uvalde que sobrevivieron a la tragedia verán un aumento aproximado del 42% en enfermedades mentales un mes después del tiroteo. Mientras tanto, los problemas de salud mental de sus padres aumentarán aproximadamente en un 30%.

A lo largo del último año, Gladys ha tenido que navegar a través del sistema de salud mental para la recuperación de Caitlyne -al mismo tiempo que apoya el activismo de Caitlyne, lidia con la pérdida de su madre, continúa sus estudios de posgrado, trabaja a tiempo completo, prepara almuerzos para las numerosas actividades extracurriculares de Caitlyne, cuida a su hija menor, Camila, y atiende sus propias necesidades de salud mental.

No fue hasta hace unos meses que Caitlyne comenzó a mostrar algunos signos de progreso y Gladys decidió que era su turno de ir a terapia.

“Creo que gran parte de esto tiene que ver con primero ella antes que yo”, dice Gladys. “Ella debe ser atendida antes que yo”.

“Crecí en un hogar donde era así, cuidar de los niños y dejar tus propias necesidades en un segundo plano. Después del 24 de mayo, honestamente todo se trataba de Caitlyne, incluso de Camila. Solo quería asegurarme de que no quedara en un segundo plano y hacer control de daños. Ahora, tengo que volver a armar las piezas, así que ahora es mi turno”.

El Instituto Meadows también estima que la salud mental de los adultos en la comunidad cambió después del incidente de violencia masiva. Calculan un aumento del 20% en la prevalencia de enfermedades mentales para finales de junio de 2022. Esto se traduce en que 6,000 adultos del condado de Uvalde necesitan atención de salud mental, hace un año.

La historiadora Mónica dice que “estar de cabeza” ni siquiera captura la forma en que las vidas en Uvalde han sido interrumpidas por este tipo de violencia masiva.

“Fue el maestro que sobrevivió… son los niños que hicieron llamadas al 911 y niños como Caitlyne”, agrega Mónica, “para dar testimonio, pero también para testificar públicamente en manifestaciones en el Capitolio sobre el dolor de perder a sus amigos y tener sus vidas afectadas”.

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‘No debería tener que estar aquí’

En el podio, en ese soleado día de febrero, Gladys se ofrece a terminar las palabras por Caitlyne, quien no tenía un guión después de que su iPad se sobrecalentara. Caitlyne niega con la cabeza “no”, y llora sobre su camiseta. Caitlyne siente en su espalda las manos reconfortantes no solo de su madre, sino también las de un senador de Texas, una madre de Santa Fe y otro padre de Uvalde, todos animándola a seguir adelante.

Los ojos húmedos de Caitlyne se levantan de su camiseta. Sus pestañas, salpicadas de lágrimas, se asemejan al rocío de la mañana sobre el césped del cementerio donde a menudo juega cuando visita a Jackie y a sus otros amigos muertos. Fotos de ellos sonriendo detrás de Caitlyne en los coloridos carteles sostenidos por las familias de Uvalde que también están en el escenario.

En la multitud, frente a Caitlyne, hay periodistas y manifestantes, incluidos voluntarios de Moms Demand Action, animándola, secando sus propias lágrimas y esperando ver si Caitlyne o Gladys podrán seguir hablando su verdad.

Caitlyne respira profundamente dos veces, mira a la multitud y concluye: “No debería tener que estar aquí hablando -solo tengo 10 años- pero lo estoy porque mis amigos ya no tienen voz. Gracias por su tiempo. Que tengan un maravilloso día”.

La sobreviviente del tiroteo en la Escuela Primaria Robb, Caitlyne Gonzales, a la izquierda, es consolada por Christina Delgado, a la derecha, después de hablar con otros activistas reunidos en el Capitolio de Texas para pedir a los legisladores de Texas que fortalezcan las leyes de armas de Texas, en Austin, Texas, el martes 28 de febrero de 2023. (Foto AP/Eric Gay)

*Maria Hinojosa, Amy Bucher, Heidi Burke, Mariana Surillo y Reynaldo Leaños Jr. contribuyeron a la investigación de este artículo.

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